Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea. De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.

Yuri Herrera, dos fragmentos

8/10/17 | |

Ella estaba rozagante como calle mojada. Ésta podía ser la última mujer de su vida, se dijo. Siempre se lo decía porque, como todos, no tenía llenadera, y porque, como todos, estaba convencido de que se merecía coger una vez más antes de morir.

La Tres Veces Rubia se volvió hacia él y lo miró con cara de que le había dicho algo imperdonable. Lo observó temblorosamente por un par de segundos, luego lo jaló de la nuca y lo besó, le metió la lengua y la movió sobre la suya como reconociendo una posesión nueva, lo marcaba más que lo besaba, y él que ya venía tan acelerado no supo qué hacer, pero su mano izquierda, que ya había girado con la cintura de ella, y su mano derecha, que había quedado sobre su vientre, le emprestaron la voluntad que se le había mareado.

Fragmentos de La transmigración de los cuerpos, Yuri Herrera.