Es como la lluvia en una película muda, o como un barco en el fondo del mar, o como una galería de espejos a la hora de cerrar, o como la tumba del ventrílocuo mundialmente famoso, o como el rostro de la novia cuando se sienta a mear después de hacer el amor toda la noche, o como una camisa secándose en el tendal sin una casa a la vista… Bueno, vas pillando la idea. De 'El monstruo ama su laberinto', Charles SIMIC.

Thompson, un hombre endemoniado

10/5/17 | |

Dos fragmentos de Una mujer endemoniada, de Jim Thompson:
"Le dije que el mundo estaba lleno de gente agradable. Me hubiera costado demostrárselo, pero de todos modos lo dije."

"Era una vieja con una boca como de halcón y unos ojos pequeños y serviles. Tendría unos setenta años —no creo que nadie pueda hacerse tan feo en menos de setenta años—, pero parecía fuerte y sana."

Y uno de Asesino burlón, también de Thompson:
"Sonó el teléfono. Suavemente, en realidad, si bien pareció estridente y ominoso, como lo parecen todos los teléfonos cuando suenan por la noche en las oscuras habitaciones de hotel."